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ECUADOR 2025: UNA ELECCIÓN ROBADA BAJO VIGILANCIA IMPERIAL

Una victoria en la oscuridad

La reelección de Daniel Noboa a la presidencia de Ecuador, anunciada el 13 de abril de 2025, se llevó a cabo en un clima de oscuridad, militarización y sospechas de fraude masivo. Mientras el Consejo Nacional Electoral lo declaraba vencedor con el 56 % de los votos, Luisa González, candidata de la Revolución Ciudadana, rechazaba de inmediato los resultados, denunciando un “fraude grotesco” y exigiendo un recuento. Se reportaron irregularidades en varias provincias: papeletas prellenadas, arrestos por doble voto, actas electorales falsificadas. Todo esto bajo la vigilancia del ejército, desplegado masivamente en las calles el día de la votación, en el marco de un estado de excepción previamente instaurado por el régimen.

La mano de Washington

Detrás de esta aparente demostración de fuerza, se proyecta la sombra de Estados Unidos. Washington se apresuró a felicitar a Noboa, designándolo como garante de la “estabilidad regional” y de la lucha contra el narcotráfico. Este respaldo no es casual. Ecuador, estratégicamente ubicado en la ruta andina de la cocaína, vuelve a ser una ficha clave en el ajedrez de la política antidrogas estadounidense. Como en la época de las bases militares en Manta, la soberanía nacional parece sacrificada en nombre de la “cooperación en seguridad”. Noboa, joven presidente ambicioso, encarna el perfil ideal de gestor obediente, al estilo de Bukele en El Salvador, Bolsonaro en Brasil o Uribe en Colombia. La “lucha contra las bandas” se convierte en pretexto para consolidar un poder fuerte, militarizado, con el apoyo discreto pero constante del imperio.

Una alternativa silenciada

Luisa González, única mujer en postularse a la presidencia en 2025, representaba una alternativa creíble al modelo neoliberal impuesto. Cercana a Rafael Correa, defendía un programa centrado en la justicia social, el fortalecimiento de los servicios públicos, la defensa de la soberanía y la lucha contra las desigualdades. Su campaña fue blanco de hostilidad mediática constante. Sus declaraciones fueron caricaturizadas o ignoradas, y difundidas con condescendencia. Los grandes medios ecuatorianos, en parte vinculados a los grupos económicos afines a Noboa, orquestaron un bombardeo para desacreditar a la izquierda. Las redes sociales se inundaron de noticias falsas y ataques sexistas destinados a debilitar su candidatura.

Hacia una democracia de excepción

La reelección de Daniel Noboa abre el camino a una preocupante concentración de poder. Su gobierno ya plantea una reforma constitucional para prolongar su mandato y reforzar sus competencias ejecutivas. El país está sumido en un clima de miedo, donde la militarización del espacio público se vuelve norma. Los movimientos sociales temen una oleada de criminalización de la protesta, como ocurrió en Colombia o Perú. La comunidad internacional guarda silencio. Ni la OEA ni la Unión Europea parecen dispuestas a cuestionar la validez del proceso. Este silencio cómplice recuerda las alianzas tácitas que han acompañado otros golpes blandos en la región.

Una advertencia para toda América Latina

Lo que está en juego en Ecuador va más allá de sus fronteras. Se trata de una ofensiva más amplia contra los proyectos progresistas en América Latina. Desde Bolivia hasta Brasil, desde Honduras hasta Colombia, cada intento de redistribución o de recuperación popular del poder enfrenta estrategias de asfixia, ya sean electorales, judiciales o militares. La elección robada de 2025 se inscribe en esta lógica. Ecuador se convierte en el símbolo de una democracia simulada, donde se vota pero no se elige. Urge romper el silencio, documentar los abusos y apoyar a quienes, como Luisa González, siguen creyendo que otro futuro es posible…

G.S.

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