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Los traidores tienen nombre. El pueblo, memoria.

El sabotaje perpetrado hoy por el Senado colombiano contra la consulta popular, que contenía 12 preguntas fundamentales sobre el modelo de salud, las pensiones, la justicia, la participación ciudadana y los derechos laborales, no es un hecho aislado: es la continuación brutal de una guerra abierta contra la voluntad ciudadana. La élite política ha demostrado, una vez más, que no permitirá que el pueblo decida. Pero esta vez, el país ya estaba despierto.

El 1 de mayo de 2025, las calles de Bogotá resonaron con los pasos de miles de manifestantes. Sin violencia, sin gritos, pero con una determinación silenciosa. En la Plaza de Bolívar, el pueblo se reunió, no para protestar, sino para afirmar su apoyo a las reformas y denunciar los bloqueos de un Senado desconectado. Ese día, Colombia demostró que la revolución también puede ser pacífica, pero no por ello menos poderosa.

Nos robaron la democracia, prostituyeron la justicia, vendieron el país pedazo a pedazo. Convirtieron las instituciones en mataderos de esperanza, disfrazaron sus crímenes de leyes y creyeron que sofocando al pueblo, silenciarían su memoria. Como escribió Galeano: “Los que tienen el poder escriben la historia, y los que no lo tienen sufren la historia.” Pero esta vez, se equivocaron. El pueblo ya no perdona. Ya no suplica. Ruge.*

Colombia: la democracia amordazada. El pueblo ha visto, y va a volcar la mesa

El sabotaje brutal a la consulta popular por parte del Senado colombiano no es un simple episodio político. Es un acto de guerra contra la democracia. Una casta senatorial podrida, alineada con los intereses de las mafias económicas, los clanes políticos y los grandes medios, acaba de sellar su sentencia. Esta vez, las máscaras cayeron. El pueblo vio el mecanismo. Vio la traición. Y se prepara para contraatacar.

Golpe parlamentario: el Senado aplasta la soberanía popular

Esto no fue una votación. Fue un crimen. Un golpe de Estado de cuello blanco. El Senado se erigió como el último bastión del viejo orden: el de los notables, los padrinos, los carteles políticos. ¿Su arma? El sabotaje legal. ¿Su objetivo? Frenar el poder popular. ¿Su miedo? Que el pueblo despierte.

Estos son unos de los rostros de la traición:

Ultraderecha reaccionaria:

  • Efraín Cepeda (Partido Conservador)
  • María Fernanda Cabal (Centro Democrático)
  • Paloma Valencia (Centro Democrático)
  • Miguel Uribe Turbay (Centro Democrático)

Tecnócratas al servicio del capital:

  • David Luna (Cambio Radical)
  • Carlos Motoa (Cambio Radical)
  • Didier Lobo (Cambio Radical)

Traidores camuflados de centro o independientes:

  • Humberto de la Calle (Coalición Centro Esperanza)
  • JP Hernández (Alianza Verde / Ex independiente)
  • Angélica Lozano (Alianza Verde)

Cada uno de ellos, visible o no, ha participado activamente en frenar la voluntad popular. A los ya mencionados se suman:

  • Esteban Quintero
  • Carlos Meisel
  • Paola Holguín
  • Ciro Ramírez
  • Antonio Luis Zabarain
  • Carlos Jiménez
  • Nicolás Echeverry
  • Nadia Blel
  • Juan Felipe Lemos

Cada uno de ellos, visible o no, ha participado activamente en frenar la voluntad popular. Sus decisiones han provocado el estancamiento de reformas clave, han profundizado la crisis social y han perpetuado un sistema de privilegios que margina a la mayoría. Son los engranajes del sabotaje institucional.

Putrefacción generalizada: el Estado del trueque

¿La Corte Constitucional? Elegida por pactos entre partidos. ¿La Fiscalía? Bastión del uribismo. ¿La Procuraduría? Escenario de venganzas políticas. Nada escapa a la lógica del intercambio. Como dijo Gustavo Petro: “No hay corrupción sin poder, ni poder que se sostenga sin corromper.” Las mafias se reparten los cargos como se reparte un cargamento de cocaína.

  • Francisco Barbosa: ejecutor de las órdenes sucias de Duque
  • Margarita Cabello: protectora de los corruptos, perseguidora de los progresistas
  • César GaviriaGermán Vargas LlerasAlejandro Char: padrinos invisibles del régimen

Medios públicos: luz en el túnel

Los Consejos de Ministros televisados abrieron una brecha. Por primera vez, un gobierno usa los medios públicos como herramientas de transparencia radical. Cámaras encendidas, debates transmitidos, cifras expuestas, nombres mencionados. Petro no se esconde: habla, acusa, revela. Y en cada hogar colombiano, la verdad se vuelve palpable.

Canales como Señal Colombia, Canal Institucional o RTVC se convirtieron en los únicos espacios donde se puede ver funcionar una democracia al desnudo. Se acabó el teatro. Lo que se ve son los engranajes: sucios, oxidados, corruptos. La política ya no es una puesta en escena: es una autopsia en vivo. Y los cuerpos son los de las instituciones podridas.

Redes sociales: la insurrección digital

Cada nombre, cada voto, cada video es un arma de masas. Fragmentos de debates, planillas de votación, rostros de senadores: todo circula. TikTok, Twitter/X, WhatsApp, Instagram: la calle digital está en ebullición. El pueblo ya no espera la verdad: la construye.

Cuentas independientes como @ColombiaInforma y @ElDerechoaNoObedecer exponen a los corruptos, destruyen las fake news, archivan las pruebas. La memoria digital es total. No perdona. No prescribe. Y no dejará nada en pie.

El mapa de la impunidad: una justicia para los ricos

¿Los paramilitares? Blanqueados. ¿Los narcos? Elegidos. ¿Los banqueros? Intocables. Mientras los criminales de cuello blanco se sientan, firman y saquean, los defensores de derechos humanos son encarcelados, los sindicalistas asesinados, los líderes sociales silenciados.

La justicia en Colombia no protege: elimina. Como lo denuncia Iván D. Ortiz Palacios: “La impunidad no es un vacío de justicia, es un diseño de poder.” En los últimos cinco años, más de 1.300 líderes sociales han sido asesinados, y menos del 10% de esos casos han sido resueltos judicialmente. Mientras tanto, los grandes responsables de corrupción y paramilitarismo siguen libres o reciclados en el poder.. El Estado no es cómplice. Es el autor principal del sistema de impunidad.

Despertaron la tempestad

Pensaban que todo seguiría igual. Que el pueblo olvidaría, distraído frente a las pantallas, agotado por el hambre, aplastado por la resignación. Pero esta vez fueron demasiado lejos. Esta vez no son unos pocos militantes, unas pocas voces aisladas. Es toda una generación que se levanta, que observa, que toma nota, que entiende.

El pueblo está haciendo sus listas. Como escribió María Mercedes Carranza: “Aquí ya no hay nombres, sólo cuerpos.”No las de la venganza ciega, sino las del juicio implacable. Cada nombre, cada voto, cada pacto sellado a puertas cerradas será expuesto. Cada traidor será contado, archivado, denunciado. Y esta vez no habrá amnistía popular. No habrá perdón automático.

Esta memoria ya no es solo recuerdo: es organización. Redes de ciudadanos documentan los abusos. Campañas pedagógicas circulan en barrios y universidades. Plataformas como “Colombia Vigila” y colectivos de jóvenes como “La 13” están recopilando pruebas, difundiendo perfiles, y creando mapas colaborativos del poder corrupto. En redes y en plazas, la memoria se está transformando en movimiento.

Las próximas elecciones no serán una alternancia. No serán una pausa democrática. Serán un exorcismo. Una purga por las urnas. Una señal clara: o se van, o los vamos a buscar políticamente. Y quienes se nieguen a salir, tendrán que correr muy rápido. Muy lejos. Y aun así, la memoria los alcanzará.

Ultimátum

Si no devuelven la democracia, el pueblo la tomará. En las urnas. En la calle. Con machete o con pluma. Este régimen caerá. No porque lo deseamos, sino porque ya no se sostiene. La sangre institucional está infectada. Hay que amputar o perecer con ella.

Entonces votemos. Votemos en masa. Votemos con lucidez. Votemos como se juzga. Votemos como quien expulsa a una plaga de su casa. Cada voto será una piedra. Cada nombre tachado, un golpe. Como escribió Gloria Gaitán: “El pueblo nunca ha tenido miedo de hablar. Ha tenido miedo de que hablar no sirva para nada.” El próximo ciclo electoral de 2026, previsto para el 25 de octubre, no será una cita cualquiera: ya se están organizando campañas independientes en barrios, universidades y sindicatos para convertir esa fecha en un verdadero juicio ciudadano. será el juicio de los traidores. Ya no es un derecho: es un deber histórico.

Quienes traicionaron deben caer. No representan al pueblo. Protegen sus privilegios. Son ratas, y las urnas serán su trampa.

Bloquearon una consulta. Van a desencadenar una revolución!

G.S.

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