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Colombia: la calle responde al bloqueo del Congreso

Una movilización histórica frente a un Congreso hostil

El 18 de marzo de 2025 quedará marcado como un punto de inflexión en la historia política reciente de Colombia, un día en que el pueblo desafió la inercia institucional y recordó a las élites que la calle sigue siendo un actor político fundamental. Ante el bloqueo de la reforma laboral por parte del Senado, cientos de miles de colombianos se tomaron las calles en defensa de un proyecto que busca garantizar derechos fundamentales a los trabajadores. Pero más allá de la reforma, lo que se denuncia es la estrategia de bloqueo institucional que impide cualquier transformación social. Como respuesta, el presidente Gustavo Petro anunció una consulta popular, una iniciativa que ha puesto en alerta a las élites económicas y políticas del país.

Una demostración de fuerza popular

Las manifestaciones alcanzaron una magnitud sin precedentes, redefiniendo el equilibrio de fuerzas entre una ciudadanía movilizada y una clase dirigente renuente al cambio. Según cifras oficiales del Puesto de Mando Unificado de la Policía, se registraron 118 actividades de movilización en 99 municipios de 27 departamentos.

Bogotá, epicentro de la movilización, vio su Plaza Bolívar colmada en múltiples ocasiones, al punto de que se estima en más de 100,000 personas el número de manifestantes solo en la capital. Esta ola de protestas se replicó en ciudades como Barranquilla, Cali, Popayán, Medellín, Buenaventura y Montería, e incluso en municipios más pequeños donde rara vez se observan movilizaciones de tal magnitud.

El mensaje es claro: el pueblo colombiano no permitirá que le arrebaten su derecho a un trabajo digno.

El discurso de Petro: una ruptura con el orden establecido

En un discurso magistral, impregnado de referencias históricas y simbolismo revolucionario, Gustavo Petro fustigó el Congreso, denunciando un sabotaje orquestado por las élites económicas y políticas para neutralizar cualquier avance social y perpetuar un statu quo basado en la desigualdad.

Petro recordó que la historia de Colombia está marcada por luchas sociales que no pueden ser borradas. Mencionó figuras como Benkos Biohó y Simón Bolívar, así como referencias culturales como Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, para ilustrar la necesidad de una nueva era política. Su llamado a la movilización permanente y a la consulta popular es un desafío directo a las clases dominantes: el pueblo debe decidir su futuro, no un puñado de senadores corruptos.

El miedo de las élites: un intento de desacreditación

Las reacciones no tardaron en llegar. Los medios tradicionales intentaron minimizar la movilización, hablando de “unos cientos de personas”, a pesar de las imágenes de multitudes impresionantes en todo el país. Los empresarios amenazaron a sus empleados para impedirles manifestarse, como lo demuestran los mensajes revelados por Petro, donde se evidencia cómo algunos patrones asumen abiertamente el derecho de despedir a un trabajador solo por ejercer su derecho a la protesta.

María Fernanda Cabal, senadora de extrema derecha, llegó incluso a justificar estas prácticas, afirmando que “los empleadores son libres de decidir quién trabaja para ellos”. Un discurso que recuerda los tiempos de la servidumbre y que evidencia la voluntad de las élites de mantener un sistema casi feudal.

Bloqueo institucional y el reto del referendo

El rechazo de la reforma en la Comisión Séptima del Senado se basa en un argumento falaz: que destruiría empleos. Una contradicción absoluta, considerando que Colombia tiene un índice de trabajo precario cercano al 60%. La reforma, lejos de eliminar empleos, busca formalizar el trabajo, garantizar salarios dignos y limitar los abusos.

Ante la inacción y las maniobras del Congreso, Petro apuesta por la movilización popular: la consulta permitirá que los ciudadanos tomen la decisión directamente. Pero esta iniciativa ha sembrado el pánico en la derecha colombiana. ¿Por qué? Porque si el pueblo tiene la última palabra, las élites pierden el control sobre las decisiones políticas.

¿Hacia una intensificación de la movilización?

Lejos de ser un evento aislado, la manifestación del 18 de marzo marca el inicio de un enfrentamiento prolongado. Se están organizando nuevas movilizaciones y el referendo podría convertirse en una prueba democrática crucial para Colombia.

El mensaje de los manifestantes es claro: las reformas deben ser aprobadas y, si el Congreso sigue bloqueándolas, es el Congreso el que deberá irse. La perspectiva de las elecciones de 2026 ya está sobre la mesa, y la posibilidad de un segundo mandato progresista cobra fuerza.

Colombia se encuentra en un punto de inflexión. Un pueblo históricamente marginado por las élites está tomando la palabra. La lucha por la reforma laboral va mucho más allá de los derechos laborales: es una disputa fundamental por el verdadero poder en el país...

G.S.

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